miércoles, 31 de diciembre de 2008

Toc, toc...¿hay alguien ahí?



Y no me refiero a vosotros, lectores, sino a la pregunta que el emprendedor se hace muy a menudo cuando se mira al espejo; ve que está solo y se asusta. La incomprensión de la familia y otras personas cercanas, manifestada a través de frases como “..pero hijo...¿ya vales tú para eso?”, siembra dudas y dificulta todavía más el camino a recorrer. En ocasiones y ante tal panorama se busca(n) socio(s) (de los que hablaré en otra píldora) con el único fin de ir acompañado en la aventura.


Por tanto, es fundamental trabajar previamente el aspecto psicológico ya que comprobar la viabilidad de tu idea empresarial es como montar en una noria, donde los “subidones” de moral van a ir acompañados de sus correspondientes “bajonazos”. Quien quiera permanecer todo el tiempo en la parte alta de la noria se está mintiendo a sí mismo. Tu capacidad de respuesta a las desilusiones (y el comportamiento de la familia puede serlo), estará directamente relacionado con tu visión positiva de la situación.


Si te encuentras con la incomprensión familiar, mi recomendación es que les dejes claro que no vas a mover un dedo si las cosas no están claras, y que vas a controlar permanentemente el negocio para que no se desmadre. Piensa que lo que les preocupa principalmente es el aspecto económico; el que no te arruines de por vida y te condenes a ser un “paria”. En un segundo término, hazles partícipes de tus avances durante la realización del plan de negocio. Pídeles que te asesoren; que se involucren de alguna forma en tu trabajo, pero dejándoles claro que la decisión final es tuya y sólo tuya. Eso les permitirá descargar responsabilidades y quien quiera ayudarte te ayudará.


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